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sábado, 3 de febrero de 2018

Justin Fashanu: el tabú de la homosexualidad


Una hora antes había pasado por el Chariots Roma Spa, una sauna gay que solía frecuentar. No aguantaba más y decidió que era el momento de acabar con todo. La policía halló una nota en la que podía leerse: "Ojalá hubiese sido mejor hijo, hermano, tío y amigo. Pero lo hice lo mejor que pude. Es un mundo realmente difícil. Espero que el Dios que amo sepa acogerme". Lo encontraron la mañana del 3 de mayo de 1998 en un garaje abandonado de Shoreditch, en East London, apenas a un kilómetro de Hackney, el lugar que le vio nacer. Justin Fashanu, el jugador negro de un millón de libras, optó por ahorcarse para terminar con su calvario.

Para cuando Fashanu pasó a formar parte de las filas del Norwich en 1978, Inglaterra era un caos. La crisis y el descontento social habían calado muy hondo en la juventud y las calles de la Gran Bretaña berrearon hasta decir basta el lema de No Future que llevaban por bandera Johnny Rotten y los suyos. 

La infancia de Justin no fue nada idílica. Abandonado por su padre junto a su hermano John, pasó por un orfanato antes de ser adoptado. Su gran envergadura y su 1'90 de altura le hicieron destacar durante la adolescencia en el boxeo -fue subcampeón de Inglaterra en peso pesado- antes de convertirse en una de las grandes promesas británicas del fútbol. Debutó con los canarios un 13 de enero de 1979 contra el West Brom. Para entonces, el Reino Unido observaba el advenimiento de Margaret Tatcher como Primera Ministra y los Sex Pistols descubrieron la gran estafa del rock'n'roll tras una gira por los Estados Unidos antes de que Sid Vicious la palmara por una sobredosis de heroína. La batalla ganada por el conservadurismo británico no haría más que perpetuar el pensamiento tradicionalista de la sociedad. Si Inglaterra no estaba preparada para un God save the Queen tampoco lo estaba para romper un tabú que hoy en día sigue siendo un lastre en el mundo del fútbol.

Asentado en el Norwich, el Forest de Brian Clough se fijó en él. Fue el primer jugador negro por el que se pagaba un millón de libras. En el club de Nottingham, crecieron los rumores sobre su homosexualidad
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Todo comenzó con un rumor. Asentado en el Norwich con una buena cifra de goles a sus espaldas, el Nottingham Forest de Brian Clough, que venía de ganar dos Copas de Europa, se fijó en Fashanu como recambio de Trevor Francis, que a la postre se marcharía al Manchester City y una temporada después a la Sampdoria. Justin llegó a Pavillion Road como el primer jugador negro por el que se pagaba un millón de libras, la nada desdeñable cifra de unos 170 millones de pesetas de la época. 

Durante su estancia en el Forest, Fashanu comenzó a frencuentar locales de ambiente gay, situación que disparó los rumores sobre su homosexualidad y coyuntura para la que Brian Clough no estaba preparado. El famoso entrenador, ya convertido en una leyenda de los banquillos y un izquierdista declarado, era incapaz de comprender que Justin fuese homosexual. En su biografía, Clough desvela una conversación con el jugador: "Si quieres comprar el pan, ¿dónde vas?", le pregunté. "Al panadero". "¿Y si quieres comprar una pierna de cordero?". "Al carnicero". "Entonces, ¿por qué sigues acudiendo a esos malditos bares de maricones?". 

Los rumores se hicieron más fuertes y su carrera fue estancándose progresivamente. No pasaba un fin de semana sin que Justin tuviese que soportar en la grada a los aficionados del equipo rival coreando un sonoro maricón. Su bloqueo llevó a que Brian Clough lo apartara del equipo, aunque primó más su condición sexual que su estancamiento en el césped. 

El Forest decidió ceder al muchacho al Southampton y en el mercado invernal recaló en el Notts County por 150.000 libras, una cifra que quedaba muy lejos del millón que se había pagado por él para sacarlo del Norwich. 
En el Notts, Justin logró 20 goles en 62 partidos pero su homosexualidad seguía pesando como una losa llevándole incluso a pelear con el capitán del equipo debido a sus continuas burlas. Tras abandonar el Notts llegó al Brighton, donde una grave lesión de rodilla en 1985 lo truncó todo.

Tras varios tumbos por Estados Unidos y Canadá, regresó a Inglaterra. El principio del fin fue la entrevista que decidió conceder al diario sensacionalista The Sun
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Justin se marchó a Estados Unidos y nunca más volvió a brillar como futbolista. La promesa se había quedado en promesa. De Estados Unidos pasó a Canadá y en 1989 regresó a Inglaterra, pasando por el Manchester City, el West Ham y el Ipswich Town en apenas un año. Totalmente hundido como jugador y como persona, decidió salir del armario en su etapa en el Leyton Orient. 

Pensó que callar los rumores y las especulaciones que habían acabado con su carrera era lo mejor que podía hacer. El 22 de octubre de 1990, Justin decide conceder una entrevista al sensacionalista The Sun, que tituló aquel día: "Futbolista de un millón de libras: soy gay". Todo fue a peor.

Un tema tan tabú en el fútbol como ese conmocionó a la afición británica. Lo que era un cúmulo de rumores había pasado a convertirse en una realidad. A lo largo de dos páginas, Fashanu hablaba sin tapujos sobre su doble vida . De relaciones sexuales con futbolistas de Primera División a una relación con un miembro del Partido Conservador y juegos de cama en la Cámara de los Comunes. Se había iniciado en su homosexualidad en 1982 tras haber mantenido una relación heterosexual con su novia Julie cuando ya tenía clara su condición. Inventaba excusas en el vestuario para no salir a ligar con chicas junto a sus compañeros y poder marcharse al Haven de Londres o el Part Two de Nottingham, dos clubes donde no lograba pasar desapercibido. Muchos eran los que se acercaban y le preguntaban si era Justin Fashanu. 

El reconocimiento de su condición agravó su situación y su imagen pública quedó totalmente destrozada, si es que quedaba algo por destrozar. Fashanu siguió dando tumbos por el mundo pasando por equipos en los que duraba poco tiempo en lugares como Suecia, Australia, Escocia o Nueva Zelanda mientras seguía copando las páginas de la prensa amarilla británica.

En marzo de 1998 todo estalló definitivamente. Un joven de 17 años le denunció por agresión sexual. Justin fue citado para declarar pero no fue detenido. Daba igual. La prensa y la opinión pública ya lo habían juzgado. Un mes después solo encontró una salida a aquella espiral de insultos, burlas y juicios públicos debido a sus preferencias sexuales. Fue en un garaje de Shoreditch, en East London, apenas a un kilómetro de Hackney, el lugar que le vio nacer.  

domingo, 24 de abril de 2016

El calvario de Ched Evans


Ched Evans es otro juguete roto del fútbol. Víctima de un futuro en apariencia próspero que cayó a lo más bajo. Herido de muerte y condenado a lavar sus pecados, este joven, que debutó en la Premier League a los 19 años, llevó durante un corto período de tiempo el cartel de promesa hasta que sus errores le llevaron a una lenta y agónica desaparición.
 
El delantero galés comenzó su andadura en el Rhyl para pasar al Chester y de ahí al Manchester City. Fue con la Academia de los sky blue con quienes alcanzó en 2006 la final de la FA Youth Cup. Los citizens cayeron contra el Liverpool pero a Evans le sirvió para subir al primer equipo.
Tras jugar 16 partidos con el Manchester City se marchó cedido al Norwich, con la intención de foguearse y regresar de manera triunfal. Pero durante su período de maduración, el City había invertido en gente como Tévez, Bellamy, Adebayor o Roque Santa Cruz, por lo que Evans vio demasiada competencia por delante y optó por marcharse al Sheffield United con la idea de seguir creciendo. Lo que quizá no sabía es que sería el último club profesional donde jugaría.

Todo comenzó en mayo de 2011. Ched Evans y Clayton McDonald, un joven defensa que también había pasado por la Academia del City, fueron acusados de la violación en un hotel de una joven de 19 años que, según el informe judicial, se encontraba demasiado borracha como para considerar que las relaciones sexuales que se mantuvieron fuesen consentidas. McDonald fue declarado inocente y absuelto. A Ched Evans le cayeron cinco años de prisión.

Evans salió de la cárcel en octubre de 2014, habiendo cumplido la mitad de su condena. Se dedicó entonces a intentar lavar su imagen y a buscar equipo. Dos empresas que no tuvieron éxito.
Considerando que había pagado el precio por sus errores -Evans sigue manteniendo su inocencia- su reinserción no ha sido precisamente lo que se dice un camino de rosas. Los primeros contactos para el retorno de Evans a un terreno de juego llegaron del Sheffield United, el último club por el que había pasado. Kevin McCabe y Nigel Cloughel hijo del mítico Brian– se reunieron con el muchacho en prisión para negociar la posibilidad de su regreso una vez que hubiese cumplido condena. Ched Evans llegó a entrenar con sus compañeros. Y estalló todo. Para parte de la hinchada del Sheffield United, Evans se convirtió en un mártir. Parte de esa afición comenzó a corear en las gradas cánticos y eslóganes favorables a la violación. Charlie Webster, la presentadora de la televisión del club, echó más sal en la herida. La polémica estaba servida: ¿podía un procesado por violación tener derecho a la reinserción en una profesión que debe regirse por modelos de conducta? Charlie Webster, víctima de una agresión sexual en su adolescencia, dimitió, al mismo tiempo que otra parte de la hinchada y los patrocinadores se opusieron a una más que probable vuelta definitiva de Evans al equipo. Entraron al trapo hasta diputados locales. La atleta británica Jessica Ennis Hill, socia honoraria del Sheffield, amenazó con retirar su nombre de la grada que tiene en Bramall Lane.  Su fichaje nunca se llevó a cabo.


El Hartlepool se inclinó también por el fichaje de Ched, pero ocurrió exactamente lo mismo. Hubo una oportunidad de que el galés diera con sus huesos en el Hibernians, dispuesto a ficharlo hasta final de temporada, pero el Ministro de Justicia británico bloqueó ciertas operaciones para evitar que Evans jugase en el extranjero.

El último tren para Ched llevaba el nombre de Oldham Athletic. El club se interesó por el jugador y llegó a afirmar que el fichaje estaba hecho en un 80 por ciento. Pero llegaron las peticiones para impedirlo. Más de 20.000 aficcionados recabaron firmas para evitar la llegada de Evans al equipo, una minucia si las comparamos con las 157.000 firmas que se juntaron para impedir su fichaje por el Sheffield. Al mismo tiempo, Craig Verlin, director de Verlin Rainwater Solutions -uno de los patrocinadores del Oldham- montó en cólera y amenazó con retirar su dinero. Lo de Craig quedó en una amenaza. No ocurrió lo mismo con ZenOffice, otro de los sponsor del club. El fichaje, claro está, no llegó a materializarse.


“Si lo fichan, violaremos a su hija”, fue la amenaza que recibió el directivo del Oldham Athletic.
La controversia que había levantado su situación no impidió a Evans seguir manteniendo su inocencia. Su caso se remitió a la Corte de Apelación por la Comisión de Revisión, una entidad que revisa posibles errores judiciales, al haber aparecido nuevas pruebas. Fueron tres miembros de esta instancia los que anularon su condena.  Para entonces todo el mundo tenía ya su opinión. Entre ellos, Harry Redknapp, que fue uno de los que defendió a Evans cuando estaba al mando del Queens Park Rangers: “Todo el mundo merece una segunda oportunidad“, dijo. “La gente a veces comete errores terribles, pero debemos permitir que las personas puedan recomponerse y reiniciar su vida“.

El relato de los hechos acontecidos aquella noche de mayo de 2011, fue llevado a las primeras páginas del Sunday Times por el periodista David Walsh, conocido por desvelar, junto a Pierre Ballester, el escándalo de dopaje de Lance Armstrong.
Walsh, basado en declaraciones judiciales y testimonios, cuenta que Ched Evans y McDonald coincidieron en un kebab con un grupo de chicas, entre las que se encontraba la víctima de la agresión. A los dos futbolistas les acompañaban Ryan, hermano menor de Evans, Jav y Jack, dos amigos comunes. Habían salido aquella noche en busca de diversión y alcohol por las calles de Rhyl, una ciudad balneario famosa por ser el lugar donde fue ahorcada la última mujer en el Reino Unido.
En un momento dado, Jav discutió con las amigas de la víctima y golpeó en la cabeza a una de ellas. Inmediatamente, la policía se personó en el lugar y se lo llevó detenido. Evans, McDonald, Ryan y Jack acudieron en taxi junto al grupo de chicas a la comisaría. McDonald, visiblemente borracho, compartió taxi con la víctima y en mitad del trayecto decidieron parar en un hotel para descansar. McDonald envió un mensaje de texto a Evans para contarle su plan y Ched acudió. Ambos mantuvieron relaciones sexuales con la joven. A la mañana siguiente, los denunció.

Ya en libertad, y con todas las puertas cerradas, Ched Evans volverá a enfrentarse a un juicio por violación. McDonald no fue encontrado culpable, sin embargo él si fue condenado. Su compañero declaró a un medio británico que aquella noche había “destrozado su vida y su carrera“, sin embargo ha seguido jugando. Evans terminó en la cárcel, pidió perdón a la joven por los daños que podría haber causado y sigue empeñado en demostrar su inocencia alegando que todo lo que ocurrió en el hotel fue bajo el consentimiento de la muchacha. Sigue considerándose una víctima del sector más radical de la sociedad. Y sigue pagando por sus pecados. Su calvario, lejos de terminar, ha vuelto a comenzar desde el mismo punto en el que se quedó cuando salió de prisión e intentó buscar una segunda oportunidad.