lunes, 14 de noviembre de 2016

El espíritu de 1966

A los 16 años, Andrew Morris era un portero menudo que acudía en bicicleta junto a sus amigos a Widemarsh Commons para disputar partidos de fútbol que tomaban un cariz épico entre los charcos de barro que había formado la lluvia y en los cuales, los muchachos se esmeraban en imitar a los protagonistas futbolísticos de la época en el país.
El 30 de julio de 1966, Bobby Moore alzaba al cielo la Copa del Mundo que Inglaterra conquistaba en Wembley tras tumbar a Alemania Federal. No era de extrañar que aquellos héroes fuesen copiados por miles de chavales. Desde los peinados hasta sus gestos en el campo.

Andrew Morris, Keith Scott, Dave Mathias, Roy Chandler y Dave Sockett eran unos de esos miles de chavales. Jovencillos que pedaleaban buscando un campo donde dar patadas a un balón y que admiraban a Bobby Moore, Martin Peters o Geoff Hurst. De la idolatría a aquellos jugadores que entraron en los libros de historia surgió la idea de formar un club de fútbol y así, en noviembre de aquel mágico año de 1966, nació el Westfields FC

De los viajes en bicicleta a Widemarsh Commons, el recién creado Westfields FC comenzó a jugar amistosos contra el Danish Bacon, Oxford Arms, Post Office o College Rovers ataviados con camisetas con los colores del West Ham que los cinco amigos habían comprado. De eso han pasado 50 años. De aquellos chavales impulsados por la maravillosa victoria de Inglaterra en el Mundial, solo Andrew Morris sigue vinculado al Westfields. Es su secretario y director ejecutivo. 

El Westfields FC en 1972 / Westfields FC


Hereford pasa por ser una ciudad peculiar. Situada en la region de los Midlands del Oeste, su equipo de fútbol más reconocible es el Hereford United, actualmente en la Southern League, y cuya mascota es un ejemplar de la famosa raza Hereford de vacuno que lleva por nombre Ronaldo. Pero en el último mes, el pequeño club que milita en la Midland League Premier Division (9ª división en la escala inglesa) se ha convertido en el centro de atención. 

Hace unos años, el Westfields jugaba en el Thorn Lighting, al sur de Hereford, para mudarse después al Stourport Swifts. En diciembre de 2003 estrenaron su casa actual, en el centro de la ciudad, que lleva el peculiar nombre de Allpay.Park debido al acuerdo de patrocinio con allpay.net. En 50 años, el fútbol ha progresado a una velocidad de vértigo. Tan rápido que hasta un club tan joven ha podido ir contando pequeñas hazañas alcanzadas durante su paso por más de cinco categorías del fútbol inglés y un buen puñado de anécdotas no demasiado trascendentes, como cuando el príncipe Harry apareció ataviado con una camiseta del equipo en julio de 2008. Pero nada puede ser comparado con entrar en la historia de la FA Cup.

En apenas unos meses, el Westfields FC ha pasado a ser conocido en Inglaterra como Los chicos del 66 y su historia se ha paseado por los principales medios de comunicación del país. Todo empezó cuando Richard Greaves anotaba el 2-1 para tumbar al Leiston, un equipo dos categorías superior, y llevaba a los Fields a entrar en la primera ronda de la FA Cup por primera vez en su historia.

Para llegar hasta ahí, el Westfields tuvo que jugar seis partidos de FA, de los cuales ganó todos, firmando un récord para el club. Su andadura en la copa inglesa arrancó en la ronda extra preliminar, que comienza durante la primera semana de agosto, y económicamente ya le ha reportado 30.900 libras. El empuje y la notoriedad también se palpan en el ambiente. En el partido contra el Leiston, el Allpay.Park albergó a 760 espectadores cuando habitualmente acuden cerca de 150 personas. En el partido de primera ronda juntaron a 1.178, uno de los récords de asistencia entre los equipos de la non-league que participan en la competición.



La magia del torneo más antiguo del mundo, que sigue peleando por mantener su místico romanticismo, cubrió a la ciudad de Hereford. En medio de los preparativos para celebrar su 50 aniversario, que tendrá lugar el 26 de noviembre y cuyo acto principal es una humilde cena, se vieron inmersos en la primera ronda de la copa. Andrew Morris todavía no puede creérselo. Tampoco Andy Bevan, el encargado del primer equipo, que ha tenido que alargar el día hasta casi lo imposible para tener a sus chicos bien preparados. 

La mayor parte de los que están envueltos en el club son voluntarios. Bevan, que además del primer equipo se encarga de los chavales de la academia y trabaja en una granja particular ordeñando vacas, realiza sus anotaciones para las sesiones de entrenamiento y los partidos mientras se encarga del ganado. Sean Edwards, el manager, no ve una libra de su trabajo en el Westfields y se mueve por su pasión por el fútbol. El héroe del partido contra el Leiston, Richard Greaves, compagina como puede su trabajo como Ingeniero Civil con los entrenamientos y los partidos. Tanto él como sus compañeros reciben un pequeño sueldo para gasolina y algo de comida cuando viajan fuera. Ni siquiera Andrew Morris puede mantener el club como a él le gustaría y la mayor parte de aportaciones le llegan de actos variados para recaudar fondos.
Quizá sea toda esa fuerza lo que hace más potente la ilusión de alcanzar otra ronda más. 
 
De momento la empresa no es fácil. Les privaron de la victoria en casa frente al Curzon Ashton gracias a un polémico penalti y tendrán que hacer frente al replay. Jugar la segunda ronda de la FA Cup sería un premio tremendo para el equipo de la categoría más baja que sigue en pie en el torneo. 
Ocurra o no, ya nadie podrá quitarle al Westfields el empuje y el honor a los héroes en los que se inspira.

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