Al igual que la leyenda de Tittyshev, que era el apodo de Steve Davis, el hincha
del West Ham al que hizo jugar Harry Redknapp en un partido de
pretemporada contra el Oxford City en 1994, una historia muy famosa y
que siempre se suele reseñar cuando se habla sobre curiosidades del
fútbol inglés, es necesario recordar una historia breve y muy
similar, con el equipo del Nortwich Victoria como protagonista pero
en un partido que no tenía nada de amistoso, ya que ocurrió en uno
oficial de la competición liguera.
En el año de 1986, en la categoría de la Conference, el Northwich Victoria se medía al Maidstone United, que por entonces era el líder destacado de la tabla.
Una semana antes del encuentro el equipo se vio asolado por una plaga de lesiones y por una gripe que dejó a la plantilla mermada y en cuadro.
Por entonces, el entrenador del Northwich era Stuart Pearson, ex-jugador de Hull City y Manchester United (también pasó por el West Ham), quien comunicó la situación a Derek Nuttall, presidente del club. El temor principal era que el equipo no podía alinear a once jugadores, por lo que temiendo la pérdida de puntos y una sanción severa, el primer paso era pedir la cancelación del encuentro.
Ocurría que en 1986 el jefazo de la
liga era Jim Thompson que, a la vez, era el presidente del Maidstone
United, el rival del Northwich Victoria. El primer contacto
entre Derek Nuttall y Stuart Pearson con Jim Thompson fue en balde
porque no lograron que el partido se aplazase y Thompson no estaba
muy dispuesto a dar su brazo a torcer. De hecho, veinticuatro horas
antes de que el encuentro se disputase, Pearson se puso en contacto
con el secretario de la competición para, en un segundo intento,
volver a rogarle a instancias de su jefe, que aplazara el partido y
la respuesta volvió a ser negativa.
Una vez que el primer y único plan
fracasó, aunque nadie esperaba que fracasase ya que intuían que lo
lógico era llegar al aplazamiento del partido, Stuart Pearson se
mantuvo firme en la idea de sacar el sábado adelante y tenía entre
manos comenzar el partido alineando únicamente a ocho jugadores. Lo
hizo, eso sí, a espaldas de Derek Nuttall, que no supo del plan de
su entrenador hasta las dos de la tarde, una hora antes del comienzo
del encuentro, que estaba programado para las tres.
Evidentemente la idea no le pareció
nada bien a Nuttall que enseguida se puso en contacto con Pearson,
fue a verlo y le comentó que aquello era un suicidio y que olía a
desastre. Como no podía ser de otra forma, Nuttall no estaba
dispuesto a que bajo su presidencia el Northwich Victoria entrase en
la historia de los récords negativos del fútbol inglés.
¿Cuál fue el plan de Derek Nuttall?
Pues visto ahora no es que fuese mucho mejor, aunque al final no le
salió mal del todo. Nuttall se dirigió a un bar de la zona del
estadio del Northwich Victoria, entró, se quedó mirando a los
parroquianos del lugar que tomaban un aperitivo y bebían sus
cervezas y gritó: “¿Quien quiere jugar un partido de fútbol?”.
Evidentemente, la primera reacción de los que estaban en el bar fue
echarse a reir, pero cuando Nuttall les explicó la situación del
equipo y de que iba muy en serio, los parroquianos se lo tomaron de
otro modo y en cuestión de minutos, tuvo en sus manos a tres
voluntarios para la misión. Uno de ellos tenía que ir a casa a por
las botas, el otro las tenía en el maletero de su coche, que tenía
aparcado a las puertas del bar, y el otro era un joven muchacho que
habitualmente se encargaba de poner la música en el estadio y que no
dudó en apuntarse al partido.
Una vez que Derek Nuttall reunió a los
tres valiente, el secretario Ian Merrell realizó todo el papeleo
necesario de urgencia -cabe recordar que en esos años estaba
permitido registrar a un jugador para el partido hasta media hora
antes del comienzo del encuentro- y el Northwich Victoria logró
formar con once jugadores.
¿Quienes eran aquellos tres valientes?
Bueno pues sus nombres eran Steve Garnett, Mark Fogg y Rick Parkin y
una vez en el vestuario recibieron las mejores y únicas
instrucciones que podían recibir por parte de Pearson. En aquella
época jugaba en el Northwich Gordon Hill, un delantero que procedía
del Manchester United y sobre el que recaía todo el peso del equipo,
así que Pearson les dijo a los tres nuevos jugadores que cuando
tuviesen el balón se lo diesen a Gordon Hill.
Lo cierto es que Garnett, Fogg y Parkin
realizaron un encuentro bastante decente a pesar de que dos de ellos
llevaban bebiendo y comiendo unas cuantas horas en el bar y el otro
había estado de fiesta la noche anterior y combatía su resaca ese
sábado a base de cerveza, por lo que este partido es popularmente
conocido como el Pies and Pint Match.
¿El resultado? El Northwich Victoria sacó un meritorio empate a uno en un día que
será siempre recordado en la zona y que dio la vuelta al mundo,
pasando por medios tan importantes como el New York Times o siendo
reseñado en los noticiarios de Nueva Zelanda.
0 comentarios:
Publicar un comentario