martes, 22 de noviembre de 2016

La enfermedad británica (I)

Aunque pudiese parecer todo lo contrario, la violencia en el fútbol no es un fenómeno moderno. Desde los primeros días de los torneos organizados y reglados (incluso antes), encontrar algún período de la historia del fútbol británico libre de incidentes es algo así como una misión imposible.

Los primeros altercados de los que se tiene constancia datan de la década de 1880, cuando tienen lugar las primeras invasiones del terreno de juego y los ataques entre aficiones rivales. En 1881, una trifulca entre hinchas del Newport Heath y el Preston North End termina con dos empleados ferroviarios heridos en la estación de tren de Wigan, mientras que en 1884, aficionados del Preston invaden el campo del Bolton y agreden a espectadores y jugadores. Hacia 1895, informes de las autoridades policiales registraban unos 22 incidentes relacionados con partidos de fútbol que se incrementan a 116 hacia 1914, año en el que comienza la Primera Guerra Mundial.

Este progresivo aumento de la violencia en el fútbol conllevó las primeras medidas para frenar su expansión. En algunos casos consistieron en sentencias drásticas como el cierre de los estadios del Arsenal o el Sheffield Wednesday y en otros, en simples juicios por alcoholismo, gamberrismo y desorden público, como el que llevó a prisión en 1905 a hinchas del Preston North End y el Blackburn Rovers.
   

EDWARD HOOLIGAN, BANDAS CALLEJERAS Y LOS PEAKY BLINDERS
Etimológicamente, el origen del término hooligan se mueve entre diversas teorías. Bien podría derivar de una banda de jóvenes irlandeses llamada Hooley's muy dada a los altercados violentos en el East End londinense a finales del siglo XIX, bien podría hacer referencia a un fenómeno social asentado en la creciente presencia de mendigos alcohólicos que llenaban las calles de la capital británica. Curiosamente, en la Rusia de la década de 1910 aparece el término khuligan, utilizado para hacer referencia a vagabundos que pululaban por las calles y a grupos de jóvenes con comportamientos antisociales y hostiles hacia el régimen, comportamiento que se denominaba khuligantsvo.

Una de las teorías más expandidas es la que hace referencia al delincuente juvenil llamado Edward Hooligan, que no era más que un borracho del barrio de Southwork con ganas de pelea que acostumbraba a asistir a los primeros partidos de fútbol cuando este deporte empezaba a popularizarse. Su trabajada fama pudo ser el inicio del uso del término hooligan para hacer referencia a los malhechores borrachos y violentos.
Lo que sí es cierto es que el periódico The Times utiliza en 1890 el término hooliganism para referirse al comportamiento del que hacían gala grupos organizados de pandilleros surgidos en Manchester y que en un período de cinco años se expandieron a otras ciudades como Birmingham o Liverpool.
Estas bandas callejeras conformaron el primer estilo juvenil de la historia contemporánea de Gran Bretaña y eran conocidos por el nombre de Scuttlers. Ataviados con chaquetas de solapa ancha, chalecos, cinturones con hebilla, gorras con visera y pañuelos de seda anudados al cuello, estos jóvenes nacidos en el seno de la clase obrera pronto comenzaron a suscitar el interés de la prensa.     

La expansión del fenómeno scuttler llevó a la aparición de pandillas cada vez más organizadas y, en consecuencia, mucho más peligrosas tales como los High Rip (Liverpool) o los Monkey's Parade (este de Londres), aunque una de las más relevantes fue la banda de los Peaky Blinders (Birmingham).  

Harry "Baby Face" Fowles, uno de los miembros más destacados de los Peaky Blinders



Aunque su estilo en la vestimenta era similar al de otras bandas de Manchester, a los Peaky Blinders siempre se les consideró una de las pandillas más elegantes. Surgidos de las zonas de Bordesley y Small Heath, barrios bajos y pobres en extremo, el orígen de su nombre no está todavía demasiado claro. Para algunos historiadores, Peaky Blinders podría hacer referencia a la práctica de estos muchachos de coser hojas de navaja que utilizaban como armas en las viseras de sus gorras, mientras que otros aseguran que el término "peaky" era el que se usaba para llamar a las gorras que vestían o que incluso Peaky Blinders era el nombre usado para denominar a las pandillas juveniles en Birmingham, a las que también se conocía como Sloggers (golpeadores).  

La escalada de violencia de estas bandas tuvo su respuesta desde los estamentos políticos y judiciales. El crecimiento de los scuttlers conllevó la reforma del código penal británico con respecto a los menores después de que en un corto período de tiempo se dictaran más de 800 sentencias por conducta violenta y actos vandálicos. De las peleas y los robos con violencia, pronto se pasó a la guerra entre bandas con el objetivo de controlar territorios. 
Esta tesitura hizo que junto al endurecimiento del código penal y la persecución policial y judicial, se buscaran otros métodos para impedir que los jóvenes terminasen engordando las filas de las bandas callejeras. Así, se hizo mucho hincapié en la programación de actividades de ocio, donde tuvieron mucha importancia el cine y el deporte. Paradójicamente fue el fútbol, actividad deportiva que crecía a un ritmo imparable y que adoptaría el término hooligan para señalar a sus hinchas más radicales, una de las principales vías para reinsertar socialmente a estos jóvenes. Uno de los clubes surgidos con fines benéficos y caritativos fue el St. Mark's, fundado por los miembros de la Iglesia de West Gorton en Manchester cuyo progreso en lo deportivo se acompañó del éxito de alejar a cientos de chavales de las actividades delictivas. Hacia 1887, el St. Mark's pasaría a ser conocido como Ardwick AFC y ya en 1894 adoptaría el nombre de Manchester City Football Club.

Sea como fuere, el interés que suscitaron estas pandillas se vio reflejado en la prensa, donde periódicos como The Daily Graphic dedicaban extensos artículos al modo de vida y a la vestimenta de los scuttlers, o en la literatura. En 1899 se publicaba el libro The Hooligan Nights, de Clarence Rook, que contaba la vida de un joven de 17 años llamado Alf y que se inspiraba en la figura de Patrick Hooligan, un delincuente mitificado que asesinó a un policía y murió en la cárcel y cuya historia siempre se ha mantenido como la versión oficial del origen del término hooligan. Posteriormente, Arthur Conan Doyle utilizaría el término hooligan y hooliganism para hacer referencia a delincuentes y actos vandálicos en al menos dos de sus relatos: Los seis Napoleones (mayo de 1904) y El círculo rojo (marzo y abril de 1911), ambos de Sherlock Holmes, su personaje más emblemático. Cruzando el charco, en 1900 se publica en Nueva York una tira cómica de Fredercik Opper titulada Happy Hooligan, que contaba las desventuras de un vagabundo.


A LA SOMBRA DEL MUNDIAL DEL 66
El hooliganismo tal y como lo conocemos hoy en día empieza a manifestarse de forma más severa en la década de los 60. La mayoría de los sociólogos concuerdan en que fueron dos las causas principales para su expansión definitiva. Por una parte, la crisis industrial que afectó a varios segmentos de la sociedad, especialmente a los jóvenes. Por otra, las iniciativas surgidas para detener el desarrollo del fenómeno, entre las que encontramos una mayor visibilidad y cobertura mediática con el fin de hacer una dura denuncia para mitigarlo, lo que provocó justo el efecto contrario: que muchos jóvenes imitaran el comportamiento de los grupos violentos con el objetivo de obtener mayor reconocimiento social. 

Durante el período de 1960 a 1965 se duplicó el número de incidentes con respecto a los 25 años anteriores. Los sucesivos informes surgidos en ese espacio de tiempo confluían en que no se trataba de un fenómeno aislado.
Para entonces, la prensa se había hecho eco de los disturbios y los actos de vandalismo de grupos de jóvenes en Margate, Brighton, Bournemouth y Clacton. Los mods y los rockers¹ se enfangaban en peleas continuas donde en ocasiones hacían acto de presencia las armas y la prensa daba buena cuenta de ello. Hacia 1964, los medios conseguían instalar en la sociedad un estado de pánico moral en relación al comportamiento agresivo de los jóvenes británicos. El término moral panic, acuñado por el sociólogo Stanley Cohen, hacía referencia a la reacción de un grupo de personas basada en la percepción falsa o exagerada de algún comportamiento cultural o de grupo como peligrosamente desviado y que representa una amenaza para la sociedad, presentándose su naturaleza de una forma estilizada y estereotipada por los medios de comunicación. 

Instalado el alarmismo en Gran Bretaña, vinculado especialmente a los jóvenes, las subculturas comienzan a estar en el punto de mira. Como ocurriera en menor medida con los teddy boys, los ya mencionados mods y rockers, más avanzada la década de los 60 con los skinheads, y ya en los 70 con los bootboys o los bootboys mobs, pronto los hooligans iban a convertirse en el enemigo público número uno. En este aspecto, el papel de los medios de comunicación en su expansión iba a ser determinante. Las numerosas páginas que los diarios dedicarían a las bandas juveniles desembocarían en que progresivamente los estadios se llenasen de adolescentes seducidos por las imágenes transgresoras que se vendían.

Bobby Moore levanta la Copa del Mundo en Wembley tras la victoria de Inglaterra frente a Alemania Federal / FIFA


Histórica y socialmente, el punto de inflexión del estallido definitivo del hooliganismo lo marca el Mundial de 1966 celebrado en Gran Bretaña. Para la mayor parte de los historiadores, este evento inicia la denominada era moderna del fútbol que genera una serie de cambios en la patria por excelencia del balompié. Principalmente, el Mundial conlleva la internacionalización del fútbol en Gran Bretaña y, a nivel del juego, se introducen nuevas variantes tácticas. En cuanto al volúmen del negocio, algunos de los jugadores empiezan a disfrutar del estatus de super estrellas una vez abolido el salario máximo a percibir por los profesionales. Del mismo modo, los clubes comienzan a orientar su trabajo con una perspectiva empresarial, ya con ejecutivos en sus juntas directivas. Socialmente, el crecimiento y visibilidad que suponen la organización del torneo lleva a la expansión total del fútbol, que alcanza ya a todos los niveles de la sociedad. 

Para entonces, la competición mundialista ya había podido observar el notable crecimiento de agrupaciones de hinchas en sus gradas. 
Las bandas pioneras, surgidas en 1961, nacían en zonas donde la crisis producida por el desmantelamiento de los sectores industriales tradicionales ingleses se había agudizado. Fue primeramente en Leeds, Sunderland, Manchester o Liverpool para extenderse después a núcleos de la capital como Millwall o West Ham. Para 1964, el objetivo primordial de estas bandas era el de enfrentarse a otros grupos rivales. En un espacio de dos años, el fenómeno se expandía a todos los clubes del país generando incidentes cada vez más graves, como el que tenía lugar el 6 de noviembre de 1965 cuando en un partido entre el Brentford y el Millwall estallaba una pequeña bomba de mano de fabricación casera. 
El suceso de la explosión del artefacto llevaba al periódico The Sun a titular uno de sus artículos de forma premonitoria: "El fútbol entra en guerra". Con la fiebre del Mundial todavía latente, comienzan a acumularse las noticias en la prensa de los primeros grupos de seguidores radicales perfectamente organizados adscritos a diversos equipos, lo que lleva al fútbol inglés a moverse en un nuevo contexto. En un abrir y cerrar de ojos, ser aficionado de un equipo pasa a convertirse en sinónimo de hooligan, un fenómeno ya difícil de parar al que se denominaría como british disease (la enfermedad británica) y que en las dos décadas siguientes sumiría a Inglaterra en la mayor de las vergüenzas y se expandiría por todos los países europeos.     
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¹ La subcultura mod nace en Londres a finales de la década de los 50 y pervive hasta 1965. El nombre mod proviene de "modernismo" y se caracterizaban por la vestimenta elegante con trajes italianos, el gusto por el rhythm & blues o el jazz (más tarde otros estilos), el consumo de anfetaminas y el uso de Vespas y Lambrettas. A partir de 1966, el movimiento modernista comienza a reivindicar su origen obrero y surgen los hard mods, que vestían de forma más casual, con botas y camisetas Lonsdale. 
Los rockers surgen a mediados de los 50 y son descendientes de los teddy boys. Con tupé y patillas en sus primeros años y un gusto por el cuero negro, las motocicletas y el rock & roll, estuvieron enfrentados a los mods, agravándose su conflicto en 1964. 

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