Resulta
que existen equipos de fútbol cuyas acciones fuera del campo como
institución valen tanto o más como las que realizan dentro de él.
En las que el aficionado local se siente igual de orgulloso por la
lucha por una liga que por una causa social justa. Si hay un club en
Inglaterra que alcance todo ello, ese es, sin duda, el Dulwich
Hamlet. Envuelto en campañas contra el racismo y la homofobia, en
causas benéficas como los bancos de comida para los más
necesitados, ha seguido abanderando el emblema del fútbol batiéndose
el cobre por esos campos del fútbol semi-profesional. Totalmente
comprometido con su comunidad al mismo tiempo que conseguía un
ascenso y veía como los buitres merodeaban a su alrededor porque
muchos ya lo habían dado por muerto.
El
Dulwich Hamlet FC es uno de los clubes más antiguos y más famosos
del Reino Unido, aún perteneciendo a esa categoría conocida como
Non-League. Fundado en 1893 por obra y gracia de Lorraine Wilson por
ocho peniques y un chelín, sus valores traspasan lo deportivo y se
agarran también a lo social, una de las causas por las que sentirse
orgulloso por el color rosa que lucen sus jugadores. Quizá ese
arraigo local ha llevado a la comunidad a defender al Dulwich a capa
y espada contra las adversidades. No podían dejar solo al club que,
a demás de entretenerlos durante los fines de semana, siempre ha
estado atento a los vaivenes de la rutina diaria.
Los
problemas del Dulwich Hamlet comenzaron con la llegada de la
constructora americana Meadow, que se convirtió en la propietaria de
los terrenos del estadio y pasó a controlar su economía. La
constructora compró el terreno de Champion Hill por 5.7 millones de
libras en febrero de 2014. ¿Cómo se permitió eso? Muy sencillo. El
Hamlet vivía entonces una época difícil en lo económico, por lo
que no fue complicado convencer a la masa de que Meadow era la
solución a sus problemas. Que una empresa con potencial fuese a
hacerse cargo de las deudas del club era algo que insuflaba
esperanza. Nada más lejos de la realidad.
Los
planes iniciales de Meadow pasaban por la construcción de una serie
de viviendas que se encontraron con la oposición de las autoridades
locales. Roto el proyecto, rotas las relaciones con el club. Meadow
dejó la economía del Hamlet en manos de sus aficionados y se quedó
como propietario de los terrenos del campo, una gestión deficiente
que provocó que el Dulwich fuese acumulando unas deudas que era
incapaz de asumir dada su categoría. Así fue como el equipo fue
acaparando la atención de los medios, al igual que lo harían esta
temporada el Hartlepool United o el Billericay Town.
La
decisión más controvertida de la empresa norteamericana llegó en
marzo de 2018, cuando decidió desahuciar al equipo del que había
sido su estadio desde 1931 y el Dulwich se vio obligado a jugar en el
campo del Tooting & Mitcham United, el equipo de la zona de
Merton que se lo cedió solidariamente.
Las
reacciones a la dura decisión de Meadow no se hicieron esperar y el
Ayuntamiento de Southwark no tuvo más remedio que intervenir para
intentar salvar al Dulwich de lo que parecía una muerte segura.
Ocurrió que la empresa norteamericana se negó a vender los
terrenos, rechazando incluso una oferta de 10 millones de libras
efectuada por la fundación del ex-jugador del Manchester United, Rio
Ferdinand, amigo íntimo de Gavin Rose, entrenador del Hamlet, y
llevando a Sadiq Khan, el alcalde de Londres, a intervenir para
llegar a un acuerdo fructuoso que asegurase el futuro del equipo.
Pero los problemas del club no hicieron más que crecer.
Desahuciados
de Champion Hill y soportando la cruz de una deuda que traspasa las
600.000 libras, el Dulwich recibió una notificación poco después
de que les cerrasen las puertas de su propia casa en las narices. La
circular, a cargo del bufete de abogados Blake Morgan en
representación de Greendales IP LLC, que no era sino una nueva
subsidiaria de Meadow, advertía al club que los nombres “Dulwich
Hamlet Football Club” y “The Hamlet”, así como las siglas
“DHFC”, habían sido registradas como marca el 17 de octubre de
2017 y se prohibía su uso total o parcial a los aficionados y al
propio club. Una decisión surrealista que pasaba por encima los 125
años de historia del Hamlet y que no hacía sino incrementar la
brecha entre la empresa norteamericana y la comunidad, que terminó
por lanzarse de lleno a salvar al equipo de color de rosa.
De
esta manera fue como el Dulwich Hamlet Supporter's Trust, el consejo
de aficionados establecido en 2002 para llevar al equipo a buen
puerto, tuvo que empezar a acelerar su actividad, encontrándose
enseguida con el apoyo de los aficionados. Al mismo tiempo,
comenzaron a surgir plataformas como “Save Dulwich Hamlet”,
encargada de la recolecta de ayudas y donaciones y una de las cabezas
visibles en los últimos meses de la lucha del equipo por la
supervivencia.
Manifestación del consejo de aficionados en su lucha por salvar al club / Foto: savedulwichhamlet.org |
Envuelto
en esa guerra, el Dulwich no se olvidó de la batalla del fútbol.
Todo lo contrario. Tras dos temporadas consecutivas cayendo en la
final del play-off, primero contra el East Thurrock United, después
contra el Bognor Regis Town, lograron ganar en los penaltis al Hendon
y abandonar la Isthmian League por primera vez en su historia para
ascender a la National League South.
Las
victorias y el ascenso han sido las únicas alegrías que han
recibido unos aficionados para los que todo es del color de rosa,
tanto fuera como dentro del campo. Aunque en realidad no lo sea y
muchos días todo se vuelva negro. Pero es el club de su vida, no por
nada son una de las aficiones más históricas y arraigadas del
fútbol semi-profesional.
El
Dulwich Hamlet tiene una dura campaña por delante en su nueva
categoría y deberá seguir lidiando con bufetes de abogados,
empresas usurpadoras y agujeros económicos insufribles mientras
intenta meter el balón en la portería contraria. Han logrado
sobrevivir una temporada más, pero la lucha sigue.
*PUBLICADO ORIGINALMENTE EN SPHERA SPORTS.
*PUBLICADO ORIGINALMENTE EN SPHERA SPORTS.
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