lunes, 11 de julio de 2016

La bajada a los infiernos de Paul Gascoigne


Según confesó a Alan Carr en una entrevista, su última juerga constó de "dos litros de ginebra, seis litros de vino y ocho latas de cerveza". Entre risas y bromas sobre su adicción, Paul Gascoigne, por entonces en mitad de su enésima rehabilitación, miraba a la cámara y apuntaba: "Estuve tres días en coma". 
Su confesión no distaba mucho de la que hizo en 2011 en el programa Piers Morgan's Life Stories, en la que contaba que se metía dieciséis rayas de cocaína y bebía cuatro botellas de whisky al día. Gazza ni comía, ni probaba el agua, se encerraba en hoteles a dar rienda suelta a sus vicios y, en mitad del ciego, solía coger el teléfono para llamar a su padre y ordenarle que hiciera las maletas porque se iban al Madison Square Garden a jugar al ajedrez con Bill Clinton y George Bush.


Dieciséis rayas de coca y cuatro botellas de whisky al día fueron su sustento. Se encerraba en hoteles para dar rienda suelta a sus vicios y podía pasarse meses sin probar bocado
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El propio Gascoigne aseguraba que el fútbol lo era todo para él y que cuando se acabó llenó su vida con la botella. "Cada mañana, nada más levantarme, me ponía a beber". 
El que fuese ídolo del fútbol inglés en los 90 no es que llevase una vida muy ordenada por entonces, pero esta estaba lejos de convertirse en un infierno.

Disfrutaron de él en el Newcastle y su fichaje por el Tottenham fue uno de los más caros de la época en Inglaterra. Ocurrió lo mismo cuando se marchó a la Lazio. Nadie había pagado nunca tanto por un jugador inglés. Después llegaron las lesiones y, cuando parecía todo perdido, el Rangers lo recuperó para la causa y recaló luego en el Middlesbrough.

Para entonces, aquel goleador de mirada pícara que reventaba las redes en los terrenos de juego, ya llevaba una vida lo suficientemente caótica fuera de ellos. Primeros problemas con el alcohol y largas noches de fiesta que derivaban en polémicas en sus equipos o, en el peor de los casos, en surrealistas escenas como cuando Gascoigne estrelló el autobús del Middlesbrough y ocasionó daños valorados en más de 10.000 libras. También se permitió el lujo de recaer de una de sus lesiones después de una pelea en un pub en la que recibió un par de puñetazos.


En su etapa en el Middlesbrough estrelló el autobús del equipo, ocasionando daños valorados en más de 10.000 libras
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"Llevo casi un año sin beber. Por fin tengo esperanza", fueron las palabras de un deteriorado Paul Gascoigne meses antes de que, en marzo de 2016, The Sun publicara unas fotos del ex-jugador con la cara ensangrentada, descamisado y sujetándose los pantalones para no perderlos mientras pedía un taxi.
Se perdió la cuenta de las veces que acudió a rehabilitación y había recaído. Rehabilitaciones que le pagaron, entre otros, Gary Lineker, Wayne Rooney o el propio Piers Morgan, el presentador de televisión. Una medida necesaria para un hombre para el que parecía no haber vuelta atrás. 

A Gascoigne lo mantuvieron en tratamiento desde 2005 por desorden obsesivo-compulsivo, trastorno bipolar, bulimia y alcoholismo. Su estado era tan deplorable que incluso se puso en marcha una iniciativa para prohibir a Gazza el consumo de alcohol en Inglaterra. 
En 2008 intentó suicidarse en un hotel de Londres y, desde entonces, su vida ha sido una peligrosa montaña rusa cuyo final parece estar muy cerca.  

Uno de los mitos del fútbol inglés no dudó en abrazarse a la botella cuando colgó las botas. Se desvinculó entonces del mundo que le dio la vida y el éxito. Un mundo donde la Gazzamanía lo encumbró al estatus de estrella nacional. Un ídolo que acongojó a todo un país con sus lágrimas tras ver una tarjeta amarilla que le dejaba sin final en Italia '90. Un bad boy con todas las letras que parecía seguir la misma senda que George Best, que había marcado goles antológicos, había cantado canciones con grupos de la talla de New Order y que incluso había sido protagonista de dos videojuegos (Gazza's Superstar Soccer y Gazza II). El mismo bad boy que se enfrentó a Liam Gallagher, que apenas si podía hacer entendible su inglés en televisión y que ha vuelto a ser visto en un estado lamentable. Un genio venido a menos que un día decidió bajar a los infiernos para no regresar nunca.


 

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